lunes, 28 de mayo de 2012

Es la ideología idiota


Julio Ruiz Ruiz |

nuevatribuna.es | Actualizado 26 Mayo 2012 - 10:34 h.
En nombre de cómo salir de la crisis se están cometiendo tropelías y ataques a los derechos sociales, laborales y de todo tipo jamás conocido en nuestra aun joven democracia. La crisis y como salir de ella se ha convertido ya en el nuevo dios, patria o nación para en su nombre machacar a las capas más vulnerables y justificar lo que no es más que la imposición de los planteamientos que conforman el ideario de las derechas más recalcitrantes, arcaicas y ultra liberales que gobiernan por Europa. La de nuestro país es una expresión extrema de esas derechas.
En nombre de dios, la patria o la nación se han cometido las mayores atrocidades de la historia de la humanidad: Ahora en nombre de la crisis y su salida se justifica toda esa injusticia para con las personas y familias que se está cometiendo.
Para salir de la crisis se nos hunde en la miseria, nos quitan el empleo, nos despojan de derechos laborales conquistados a base de lucha, sacrificios, privación de libertad, sudor y sangre a lo largo de la historia.
Para sacarnos de la crisis se nos empobrece hasta niveles extremos y se nos roban derechos sociales logrados a partir de aquellos derechos laborales conquistados. Que nadie olvide que los derechos laborales son el germen y la fuente de otros derechos.
Con la crisis como justificación se nos quita la educación pública, la sanidad pública, la universidad para la gente humilde e hijos e hijas de los trabajadores, reservando esta fuente de conocimiento, cultura y sabiduría a los hijos e hijas de los más afortunados en la sociedad, es decir, para los ricos.
Para ayudar a salir de la crisis se nos quita la vivienda echando a las familias a la calle sin importarles donde puedan vivir y sin importarles que haya personas mayores, enfermos o niños, da igual, es para sacarnos de la crisis. Y para sacarnos de la crisis se nos roba hasta el dinero puro y duro, o que es sino eso que les ocurre a miles y miles de personas humildes que un día decidieron, engañados, comprar con sus pequeños ahorros esa cosa que los bancos inventaron y que llaman obligaciones preferentes y que ahora resulta que no pueden disponer de su dinero si no es a costa de perder la mitad de lo que tenían o cambiarlo por nuevos papeles, que no dinero. Esto solo puede llamarse robo.
Pero que nadie se engañe, todo esto no es más que ideología, es la justificación para imponer el ideario político y económico de la derecha. Porque, qué tiene que ver la negociación colectiva con la crisis, que tiene que ver con unas relaciones laborales regladas, que además se ha demostrado enormemente eficaz para el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
No, todo esto no es más que eso, una argucia para plasmar en la sociedad el liberalismo económico, dejándolo todo a las bondades de ese otro dios que llaman los mercados, porque este lo regula todo, este, el mercado lo tiene todo, se puede comprar de todo, sanidad, educación, seguridad, todo está en el mercado, solo se necesitará tener medios económicos para comprarlo y el que no lo tenga quedara en la cuneta.
Por eso es tan importante el Estado y la intervención de este, para garantizar que nadie muera en la cuneta por carecer de medios económicos para comprar en el mercado. Esto también es ideología pero no de esa derecha que nos gobierna en casi toda Europa. Ahora se enciende una luz de esperanza con la llegada al poder de Hollande en Francia, ojala no se contamine con y de las iniciativas de la derecha y el liberalismo que esta predica.
Esto lo digo porque la experiencia nos enseña que muchos dirigentes de la izquierda ha acabado abrazando el ideario de la derecha, por eso estamos padeciendo esa crisis de valores hacia los derechos, el bienestar social, la solidaridad y la libertad democrática. Por esa actitud de algunos dirigentes de la izquierda que ha metido a esta en una profunda crisis. Hoy más que nunca es necesario recuperar a esa izquierda inspirada en estos valores, para poder defenderlos y desarrollarlos ante los retrocesos que la derecha está causando en Europa y en España. Si, es la ideología idiota.

De la ideología a la teología


Joan Coscubiela | Diputado IU-EUiA en el Congreso de los Diputados | nuevatribuna.es

En su intervención el Sr. Rajoy plantea como ejes de su programa de Gobierno tres grandes ámbitos de reformas, que trata con niveles de concreción muy distintos. Las referidas a la estabilidad presupuestaria, las referidas al sistema financiero y las que denomina reformas estructurales, entre las que destaca la reforma laboral. Veamos que dice y sobre todo que calla o que camufla, con todo tipo de eufemismos.
El Sr. Rajoy en su intervención nos conduce sutilmente desde el “sentido común” de sus reformas hasta la inevitabilidad del “único camino” que propone para orientarlas. ¿Quién puede estar en contra de que las finanzas públicas consigan estabilidad entre ingresos y gastos? ¿Quién puede estar en contra de una reforma del sector financiero que permita hacer fluir el crédito a empresas y familias? Quién puede estar en contra de que se lleven a cabo reformas estructurales para mejorar el funcionamiento de la economía y la sociedad?
A partir del “sentido común” de las reformas necesarias, el PP construye la trampa ideológica de identificar el “sentido común” de las reformas con el “único camino” de sus propuestas. Intentando así que la ciudadanía se resigne a la inevitabilidad de sus recetas. Como si la orientación de las reformas no tuviera más que una opción. Es la vieja práctica del pensamiento dominante, que convierte su ideología en teología en estado puro, sin posibilidad de ser discutida con datos.
ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA Y REFORMA FISCAL
El primer de estos deslizamientos se produce al tratar de manera diferenciada las medidas urgentes para conseguir la estabilidad presupuestaria – que las propone con carácter de urgencia – a la reforma fiscal que además de posponerla para el momento en que se haya estabilizado el presupuesto ni tan siquiera la concreta en lo más mínimo.
Con ello Rajoy y el PP pretende que asumamos el primer dogma de su discurso político: la estabilidad presupuestaria solo puede venir de la mano del recorte de los gastos y no de la mejora de los ingresos.
A pesar de que en el 2011 se producirá un incremento de los ingresos respecto al 2010 que puede ser de unos 4.000 m euros, como consecuencia sobre todo de la subida del IVA, este incremento esta muy por debajo de la evolución nominal de la actividad, con lo que la presión fiscal española en el 2011 puede caer de nuevo cerca de un 1% del PIB. Es probable que se cierre el 2011 con una presión fiscal muy cercana al 30% del PIB, un 9% menos que la media de los países de la UE zona euro
Este es el cuello de botella de nuestras cuentas públicas que no se puede resolver por la vía de más ajustes en el gasto que, además de desigualdad provocan una mayor paralización económica de ahí que sea un grave error posponer la reforma fiscal que requiere nuestro país.
A esta reducción de los ingresos fruto de la recesión económica, debe añadirse en el 2012 el impacto fiscal de las medidas anunciadas por el Sr. Rajoy que van a suponer una nueva reducción de los ingresos en determinados tributos. Especialmente significativo puede ser el impacto en el impuesto de sociedades que ya ha visto reducida su capacidad de recaudación por los cambios legales producidos en el 2006 – alrededor de 6000 euros menos al año - y por la elusión fiscal de los últimos años. En el año 2008 las minoraciones en la cuota líquida de las declaraciones fueron por los conceptos de doble imposición, pérdidas de ejercicios anteriores y deducciones por creación de empleo o inversiones del orden de 22.000 millones de euros. El resultado es que entre el 2.008 y el 2.010 la caída en la recaudación del impuesto de sociedades has sido superior a los 28.000 millones de euros menos.
En este contexto el Sr. Rajoy anuncia bajo el pretexto de la dinamización económica cambios en el impuesto de sociedades, sin que se apunten medidas para compensar estas reducciones. Conviene recordar que la coartada del trato favorable a las PIMES ya se utilizó en la reforma del 2006 que, en cambio ha favorecido especialmente a las grandes empresas y entidades financieras. Con un tipo nominal de impuesto de sociedades entre el 25% y el 32,5% el tipo efectivo de las PIMES en el 2009 fue del 23%, el de las grandes empresas del 20,5% y el de las entidades financieras por debajo del 15%. El resultado es un tipo real – lo que se paga en función de los beneficios declarados – para el año 2009 que supera escasamente el 8 %.
Algo parecido puede suceder con las mejoras en el trato que se quiere dar en el IRPF a los Fondos de Pensiones, que conviene recordar afectan a un porcentaje muy pequeño de la población y que supondría una merma de ingresos tributarios superior a los 1.000 millones de euros. O las que se dejarán de ingresar por la recuperación – también anunciada – de la deducción en el IRPF por adquisición de vivienda habitual
El resumen del desequilibrio presupuestario en función de la desviación en los ingresos previstos, de la reducción de la actividad económica y de las medidas anunciadas podría situar el volumen global del ajuste – siguiendo la lógica del Sr. Rajoy – más cerca de los 35.000 millones de euros que de los 16.500 anunciados en el debate e investidura.
Es por eso que resulta aún más incomprensible que las medidas de reforma fiscal sean pospuestas por el Sr. Rajoy y el PP “ad calendas grecas”. A esta reforma fiscal estructural el discurso de investidura del Sr. Rajoy dedica estas escuetas e indeterminadas palabras. “En su momento, cuando la situación económica se haya normalizado y el país haya retomado la senda del crecimiento, será preciso abordar una reforma fiscal de mayor calado que incremente la justicia y la equidad del sistema y que contemple incentivos adecuados a la inversión, el ahorro y el apoyo a las familias”.
Como puede comprobarse no solo pospone la reforma fiscal a cuando vuelvan las “vacas gordas”, sino que no concreta nada sobre su orientación, más que vagas palabras. Ni una sola mención a incrementar la fiscalidad sobre el capital reduciendo la discriminación que sufren las rentas del capital, ni una mención a las SICAVS, nada sobre fiscalidad medioambiental. Por silenciar, silencia incluso las referencias a la economía sumergida y el fraude fiscal.
Lógico si se tiene en cuenta que entre sus prioridades no esta un sistema fiscal más progresivo y suficiente. Y que su gran objetivo en este apartado es que la ciudadanía asuma acrítica y resignadamente que el “único camino” al “sentido común” de la estabilidad presupuestaria es la política de recortes.