“Por otra parte, salta a la vista el uso irreflexivo y arbitrario de
algunas palabras “de moda” en nuestra época, como “la masa”, “los
jefes”. La gente ha oído muchos ataques contra los “jefes” y se los ha
aprendido de memoria, ha oido cómo les oponian a la “masa”, pero no se
ha tomado el trabajo de reflexionar acerca del sentido de todo esto.
Al final de la guerra imperialista y después de ella, es cuando con
más vivacidad y relieve se ha manifestado el divorcio entre “los jefes” y
“la masa” en todos los países. La causa principal de este fenómeno ha
sido explicada muchas veces por Marx y Engels, de 1852 a 1892, tomando
el ejemplo de Inglaterra. La situación monopolista de dicho país dio
origen al nacimiento de una “aristocracia obrera” oportunista,
semipequeñoburguesa, salida de la “masa”. Los jefes de esta aristocracia
obrera se pasaban constantemente al campo de la burguesia y eran
mantenidos por ella directa o indirectamente. Marx mereció el odio, que
le honra, de estos canallas, porque les tildó públicamente de traidores.
El imperialismo moderno (del siglo XX) ha creado también en favor de
algunos países adelantados una situación privilegiada, monopolista, y
sobre este terreno ha surgido en todas partes, dentro de la II
Internacional, ese tipo de jefestraidores, oportunistas,
socialchovinistas, que defienden los intereses de su corporación, de su
reducida capa de aristocracia obrera. Estos partidos oportunistas se han
separado de las “masas”, es decir, de los sectores más vastos de
trabajadores, de la mayoría de los mismos, de los obreros peor
retribuidos.
La victoria del
proletariado revolucionario es imposible si no se lucha contra semejante
mal, si no se desenmascara, si no se afrenta, si no se expulsa a los
jefes oportunistas socialtraidores; tal es la política que ha llevado a
la práctica la III Internacional.”
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